Te odio más que nunca.

Que vengas, y no te vayas.
Que quiero despertar contigo, y no dormir nunca.
Que quiero perderme en ti, y que me encuentres con cosquillas.
Que quiero reírme contigo, de ti, de mí contigo.
Que quiero cine, en una sala vacía, en la última fila.
Que quiero pintar corazones con nuestros nombres por la ciudad.
Que quiero amor y sexo salvaje.
Que quiero formar parte de tu vida, y regalarte la mía.
Que quiero besarte, abrazarte, mimarte.
Que te quiero,
que odio no poder odiarte.

Quiero.

Pasear por la constelación que forman tus lunares.
Perderme sin mapa en cada recoveco de tu universo.
Que la magia de a luz a nuestra mejor versión.
Olvidar el miedo, la timidez, y hasta la cordura.

Por una sonrisa.

Cosas que nunca te dije I.

Que cobarde no pedirte que te quedes,
que pequeña me hice ante la lucha,
que forma de perderte,
cuando estaba ya todo apostado.

Que te quiero libre, pero aliados.
Que te quiero feliz, y a mi lado
Que te quiero inmortal, 
pero no en mis recuerdos
sino en mis manos.

Que eres lo mejor que nunca tuve,
que eres lo peor que siempre quise,
que eres más de lo que había imaginado.

Porque eres sol,
porque eres casa,
porque eres vida.

Porque eres tú, y siempre lo tuve claro.

Libertad.

De quien en la incertidumbre es capaz de ver miles de nuevas oportunidades.

De los que ponen toda su piel al servicio de las emociones.

De quien fluye con las circunstancias.

De los que se nutren de cada experiencia.

De aquel que afronta con la misma templanza las victorias y las derrotas.

De quien se permite equivocarse.

De los que saben ser espontáneos sin ser inconscientes.

De quien cuando tiene miedos se enfrenta a ellos.

De los que no se dejan esclavizar por sus propias pasiones.

La libertad es de quien decide vivir intensamente.

Febrero.

Llegas con un insomnio desmedido, congelando el alma y prendiendo el corazón.

O viceversa.

Llegas poniéndolo todo patas arriba, y ya he perdido la cuenta de cuántas veces me has hecho cambiar de opinión. Síes y noes que se abrazan sin querer soltarse nunca.

Maldita y dulce ambivalencia.

Y es que yo ya no sé si eres mes o personas. Pero llegas con una mezcla explosiva.

De miedo.

Y ganas.

Y es que, esta vez, aunque sigas siendo invierno, jamás será más primavera que contigo.

Pero.

Que puede parecer que tenga el alma congelada, inmóvil, de piedra. Pero sólo yo sé a que ritmo me late el corazón cada vez que te pienso.

Que puedo salir con mi mejor cara a comerme el mundo. Pero nada me apetece más que tus brazos rodeándome.

Que puede parecer que ya no tengo ningún tipo de sentimiento hacia con quien he compartido tanto. Pero no me culpes, ni te quedes solo con lo que ves u oyes, que soy Aries y tú mejor que nadie sabes cómo somos. Cabezones y orgullosos.

Que puedo hacer creer, y creerme, que ya me he olvidado de ti. Así, tan fácil, tan pronto. Pero mi monólogo interior nunca piensa lo mismo y he perdido la cuenta de las noches que no he dormido intentando entender qué nos ha pasado.



Que te echo de menos.

Pero qué culpa tendré yo de haberme hecho fuerte con los años.

Y desengaños.

Sin fronteras.

La vida no espera por nadie. Si te caes, te levantas. Y si el techo te oprime, vuela.

Vuela alto.

Y así es como vuelvo aquí, de dónde nunca debí haber marchado. Mi refugio, mi vía de escape. Ese rinconcito donde puedo ser yo sin medida, sin frenos, sin ataduras. Donde mis dedos sacan de mi cabeza lo que mi boca nunca será capaz.

Este blog empezó hace mucho, mucho tiempo. Con otro nombre, otro diseño, y otras historias. De adolescencia. Y ahora, con algunos años y experiencias más, empieza una nueva vida. Una nueva etapa que llega cargada de ilusión y ganas.

Aquí encontraréis un cajón desastre. Como la vida misma.

Aquí empieza todo. De nuevo. Borrón y cuenta nueva.

¡Bienvenidos!